Relatos que recibieron una mención honorífica por su calidad. Los alumnos recibieron un diploma.
RECUERDOS
DIBUJADOS
Todo
estaba dibujado en la pequeña libreta gris que llevaba en el
bolsillo de su pantalón.
Observando aquellos dibujos, su mente se
colmaba de recuerdos y las lágrimas inundaban sus ojos. Habían
pasado años desde que abandonó Rusia, pero todo seguía vivo en su
memoria. Los
cálidos abrazos de Olga y Tatiana, la dulce sonrisa de
María y Anastasia, las travesuras de
Alexei... Lo que otros
expresaban con palabras, él lo hacia con dibujos. Contemplándolos,
podía
sentir el sol del verano en Livadia, la brisa recorriendo los
bosques de Peterhof...
Pero eran solo eso, dibujos. El 17 de julio
de 1918, aquellos niños que tanto había querido,
dejaron de llenar
de alegría cada rincón de palacio, dejaron de iluminar los
corazones... Kolya
sobrevivió a la guerra, pero ese 17 de julio,
su alma, murió con ellos.
Raquel Regadera Llorente 2°.D Bachillerato.
DIENTES
DE SAL
Todo
estaba dibujado en la pequeña libreta gris que llevaba en el
bolsillo de su pantalón. Todo,
incluso las débiles gotas que
arremetian contra su piel, el musgo que ataba sus pies con
brusquedad, y el abismo pedregoso que la separaba de aquellas fauces
marinas deseosas de
saborearla en el fondo de su estómago de
sibarita. Cuerpos de grafito daban vida a sus frustrados
sentimientos, a su amor no correspondido y su corazón sin
cicatrizar. Finas lineas de añil
perfilaban la figura de su delgada
cárcel de piel y huesos.
Y es
duro ser rechazada, pero es más duro el golpe que dio al ser tragada
por el acuoso monstruo
impaciente ante el nuevo festín.
Celia Rufo Martín 1°A
Bachillerato
UN
HALLAZGO FORTUITO
Todo
estaba dibujado en su pequeña libreta gris del bolsillo de su
pantalón. Y
ahora, un año después de empezar su Viaje, El Sangre
de Dragón contemplaba
fascinado el lugar donde reposaba el tesoro
de Los Nueve Caballeros. Solo
podía imaginar las interminables
riquezas que guardaba. La luna se infiltraba
bañando de luz
plateada el pequeño estanque que reposaba en el centro de la
cueva.
El héroe respiró hondo varias veces, un cosquilleo afloraba en sus
manos
a causa de los nerviosos latidos de su corazón. Dio un paso
trémulo, el eco se
extendió asustando a las aves que descansaban
en el techo de la gran cámara
circular. Su valor no decreció, y
continuó andando, el tesoro solo estaba a unos
centímetros de sus
manos, ya casi lo tenía...
De
repente, una voz femenina sacó a Álvaro de su ensimismamiento, su
madre le avisaba de que era la hora de comer, casi lo había
conseguido, suspiró
y con gran resignación, apagó su consola.
Rafael Pérez García-Monge
.
4° Diversificación
No hay comentarios:
Publicar un comentario