jueves, 30 de abril de 2015

CONCURSO "CONTANDO EN CORTO"
Relatos que recibieron una mención honorífica por su calidad. Los alumnos recibieron un diploma.

RECUERDOS DIBUJADOS
Todo estaba dibujado en la pequeña libreta gris que llevaba en el bolsillo de su pantalón. Observando aquellos dibujos, su mente se colmaba de recuerdos y las lágrimas inundaban sus ojos. Habían pasado años desde que abandonó Rusia, pero todo seguía vivo en su memoria. Los cálidos abrazos de Olga y Tatiana, la dulce sonrisa de María y Anastasia, las travesuras de Alexei... Lo que otros expresaban con palabras, él lo hacia con dibujos. Contemplándolos, podía sentir el sol del verano en Livadia, la brisa recorriendo los bosques de Peterhof... Pero eran solo eso, dibujos. El 17 de julio de 1918, aquellos niños que tanto había querido, dejaron de llenar de alegría cada rincón de palacio, dejaron de iluminar los corazones... Kolya sobrevivió a la guerra, pero ese 17 de julio, su alma, murió con ellos.

                                     Raquel Regadera Llorente 2°.D Bachillerato.

DIENTES DE SAL
Todo estaba dibujado en la pequeña libreta gris que llevaba en el bolsillo de su pantalón. Todo, incluso las débiles gotas que arremetian contra su piel, el musgo que ataba sus pies con brusquedad, y el abismo pedregoso que la separaba de aquellas fauces marinas deseosas de saborearla en el fondo de su estómago de sibarita. Cuerpos de grafito daban vida a sus frustrados sentimientos, a su amor no correspondido y su corazón sin cicatrizar. Finas lineas de añil perfilaban la figura de su delgada cárcel de piel y huesos.
Y es duro ser rechazada, pero es más duro el golpe que dio al ser tragada por el acuoso monstruo impaciente ante el nuevo festín.
 
                                Celia Rufo Martín 1°A Bachillerato

UN HALLAZGO FORTUITO
Todo estaba dibujado en su pequeña libreta gris del bolsillo de su pantalón. Y ahora, un año después de empezar su Viaje, El Sangre de Dragón contemplaba fascinado el lugar donde reposaba el tesoro de Los Nueve Caballeros. Solo podía imaginar las interminables riquezas que guardaba. La luna se infiltraba bañando de luz plateada el pequeño estanque que reposaba en el centro de la cueva. El héroe respiró hondo varias veces, un cosquilleo afloraba en sus manos a causa de los nerviosos latidos de su corazón. Dio un paso trémulo, el eco se extendió asustando a las aves que descansaban en el techo de la gran cámara circular. Su valor no decreció, y continuó andando, el tesoro solo estaba a unos centímetros de sus manos, ya casi lo tenía...
De repente, una voz femenina sacó a Álvaro de su ensimismamiento, su madre le avisaba de que era la hora de comer, casi lo había conseguido, suspiró y con gran resignación, apagó su consola. 

                                 Rafael Pérez García-Monge . 4° Diversificación

 

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